lunes, 25 de julio de 2011

Muertos en vida. La soledad es intima amiga de la depresión.

Estar muerto en vida, es desarrollar una rutina que no alberga la esperanza de un cambio.
Despertarse como si uno nunca se hubiera acostado. Levantarse con una enorme sensación de fatiga.
Sentir que las obligaciones son tantas, y tan pesadas que nunca se obtendrá un alivio. De casa al trabajo, y del trabajo a casa. Todos los días dan igual.
Abstenerse de salir con amigos, para disponer de un rato más para estar tranquilo.
Dejar de conversar con los afectos, para disponer de más tiempo para el trabajo.
Controlar las emociones para que los demás no piensen que uno está perdiendo el tiempo.
Amordazar al cuerpo con elementos incómodos pero que  luzcan prolijos.
Descuidar las rutinas deportivas, por considerarlas momentos de ocio, por considerar que ese tiempo quizás sean mejor para ser aprovechado en otras tareas.
Estar muerto en vida es no poder parar a mirarse a uno mismo, ni a los demás. Desconocer el estado del tiempo, desconectarse de la naturaleza y de la libertad de sentirse vivo.
Es cerrar las puertas al intercambio y a los proyectos futuros, para simplemente existir...
Es sentir que poco importa lo que hagamos a los demás, y que siempre va a faltar algo para que nos valoren bien.
Aceptar que estamos vivos, es la mejor forma de enfrentarse a la realidad.
No escaparle al devenir es un buen modo de afrontar el difícil arte de estar vivos.
Si te sentís muerto en vida, no te quedes solo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario