No siempre los grandes esfuerzos culminan con los mejores resultados.

Desde chico había construido un sueño para el cual trabajó y estudió. El viento y la marea no siempre estaban a favor, pero desarrolló una enorme fuerza. Lo había planificado todo para ser lo mejor posible en su área, y tener ese puesto. Horas y horas de estudio sobre las variables que podían surgir durante la travesía.
Tenía un equipo que lo acompañaba, lo asistía y lo valoraba. Lo llamaban el "superman" de las aguas.
Aspiraba a ser campeón olímpico, y dedicaba muchísimas horas al entrenamiento.
Cuanto mayor era el esfuerzo, mayor era el placer. No se conformaba con los resultados, luchaba contra su propio reloj.
Su pasión por la actividad era contagiosa, y se había generado un efecto sinérgico en el grupo de trabajo.
Por sus características de líder imponía respeto y contención, más allá de la actividad específica.
El grupo de trabajo la remaba con tanto esmero, y dedicación que parecían salir chispas de los remos.
Una lancha que circulaba a toda velocidad, impactó de frente al bote que ante semejante estructura no pudo sostenerse. Los tripulantes quedaron desperdigados en el agua, en un intento desesperado por encontrar aunque sea la mirada de los compañeros desaparecidos debajo del agua. Gritos desesperados, brazos agitados, dolor, terror, se sucedieron unos a otros.
La lancha desapareció a toda velocidad, tal cual había aparecido.
El grupo fue rescatado por personas que observaban la escena despavoridas.
No siempre los grandes esfuerzos terminan con los mejores resultados.
Con el bote hecho trizas, y la desesperanza llegan a la consulta. El alma despedazada, los sueños rotos, y una gran impotencia.No es para menos, ya que pasaron en pocos segundos del placer a la desesperanza.
 Será necesario reconstruir el bote, o armar uno nuevo. El trabajo de la psicoterapia cognitiva apuntará a trabajar la capacidad de resiliencia para superar el impacto del hundimiento, y reorganizar la tarea.